CURSOS

                                                                                       EL PARQUE BATLLE Y ORDOÑEZ EN MONTEVIDEO

                                                                                                       La impronta de los paisajistas franceses en Uruguay               

 

Al final de la principal avenida de Montevideo existía a principios del siglo XX una zona aún agreste, desnivelada y húmeda, que se conocía como campo Pereira, ya que en ese lugar don Antonio Pereira y Vidal (1838-1906) había donado 11 hectáreas para la construcción de un parque. Pereira era dueño del extenso campo que los lugareños conocían también como campo Chivero, pues allí se llevaban las chivas a pastorear.

En 1891 se planteó la idea del Parque Central en el Plan de Embellecimiento y Ensanche de Montevideo del paisajista francés Edouard André.

En febrero de 1906 falleció don Antonio Pereira. En su testamento, legó parte de sus bienes al Municipio y este los usó para adquirir nuevas fracciones, a fin de formar un gran parque.

En 1907 la Junta adquirió 38 hectáreas linderas para formar el Gran Parque Pereira.

El arquitecto y paisajista francés Carlos Thays proyectó para Montevideo el Parque Central, creado por ley de marzo de 1907, que desde 1911 comenzó a ser ensanchado (expropiaciones mediante) y embellecido. También se proyectaron amplios bulevares y avenidas. En sus intervenciones en nuestro país, Thays tuvo la virtud de combinar con maestría la flora exótica y la flora nativa, dejándonos magníficas composiciones.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial (1914-1918) el  parque cambió su nombre por el de Parque de los Aliados, en homenaje a las naciones aliadas vencedoras en el conflicto. Las expropiaciones siguieron avanzando hasta alcanzar las 60 hectáreas actuales.

Tras el fallecimiento en 1929 de Don José Batlle y Ordóñez, impulsor de las leyes de creación de la Comisión Nacional de Educación Física y los juegos deportivos, entre otras, el 5 de mayo de 1930 el Parque de los Aliados pasó a llamarse Parque Batlle y Ordóñez, denominación que conserva hasta la actualidad. En ese año se inaugura el Estadio Centenario.

Entre 1935 y 1938 se construye la pista de atletismo y el Velódromo Municipal y en 1975 se designa al Parque Monumento Histórico Nacional.

Delineado finalmente por el paisajista Carlos Thays, el parque tiene el diseño de los parques públicos franceses. Como corresponde a un parque multifuncional, las arboledas y las grandes extensiones de césped coexisten con la presencia de numerosos e importantes áreas destinadas a edificios e instalaciones deportivas. El parque alberga tres campos de fútbol, una pista de atletismo, un velódromo, además de varios edificios.

 

          

 

    El Monumento a la Carreta, de José Belloni, es uno de los monumentos emblemáticos. Restaurado recientemente, es punto obligado de visita por parte de los turistas y visitantes del parque. El jazmín del Uruguay, a la derecha del monumento, perfuma el aire en la primavera.

 

            

 

 

     El cantero que ocupa el monumento, es rico en especies de nuestra flora nativa. Allí se pueden apreciar ejemplares de canelón, espinillo, higuerón, mataojos, murta, y de ñandubay, siendo uno de los pocos lugares de Montevideo en los que han sido cultivados estos últimos.

 

            

 

     Ligustros y brachichitos abundan en el área verde. Estos últimos fueron incluídos en las avenidas del parque, lo que no es usual en nuestra  ciudad.

 

          

 

        

 

     Pinos de diversos orígenes -incluyendo pinos de Alepo en las avenidas y canteros - robles europeos y araucarias australianas, son corpulentos ejemplares, necesarios para establecer importantes masas vegetales en áreas tan importantes como la que posee el extendido parque. El ciprés calvo aporta además el muy vistoso colorido otoñal.

 

        

 

 

           

 

     

 

       Pinos piñoneros, robustos eucaliptos y las altísimas Washingtonia robusta asombran a los visitantes que concurren al parque para disfrutar de las bellezas vegetales.

 

            

 

        

 

        Y las cortezas de los árboles también llaman la atención, en particular la del alcornoque o árbol del corcho y la del pino de las Canarias.

 

            

 

    Ligustros disciplinados, con su amarillo llamativo, y jacarandá en flor, contrastan admirablemente con el verde oscuro de araucarias, cipreses y casuarinas.

 

             

 

                

 

     El monumento a la Maestra está acompañado por un ibirapitá, el que en verano luce impactantes flores amarillas.

 

               

 

           

 

    Las grevilleas, originarias de Australia, se visten de color naranja en primavera, gracias a sus grandes y abundantes flores.

 

                   

 

   

 

   Y las encinas son muy abundantes en el parque. Densas, opacas, su floración y su fructificación llaman poderosamente la atención.

 

 

            

 

 

    Y no faltan las magníficas tipas, corpulentas, sorprendentes en su brotación primaveral, y por su ramaje negruzco y floración amarilla.

 

        

 

 

           

 

                    

 

    Las acompañan magníficamente los palo borrachos en el momento de su broncínea brotación primaveral. Los "algodones" que contienen las semillas del árbol son muy llamativos. En verano y principios del otoño, su floración es una de las más vistosas.

 

          

 

       Los días de viento, hay que tomarse un tiempo para disfrutar del álamo plateado, el brillo de sus hojas es realmente asombroso. Su corteza acompaña en forma magnífica y realza su destaque. Y en otoño, sus hojas se tornan amarillentas, alcanzando otro momento de gran belleza.

 

           

 

 

     Los timbó exhiben su copa aparasolada, proporcionando generosa sombra. Las palmeras no faltan en ningún sector en el espacio verde. Arrayanes y cotoneaster son la muestra del justo equilibrio entre lo nativo y lo exótico. Juníperos verdes y glaucos se mantienen vistosos todo el año.

 

                  

 

 

                

 

                    

 

 

    El Parque Batlle homenajea a los médicos ilustres, como los Dres. Luis Morquio, Américo Ricaldoni, Lorenzo Mérola, entre otros, al llevar sus nombres las avenidas que lo circundan y atraviesan.

   Pero en especial un médico que se destacó como pediatra, fue además un notable dirigente de fútbol, el Dr. Atilio Narancio, "padre de la victoria". Para solventar el viaje de nuestro seleccionado a la justa olímpica de 1924, Narancio hipoteca su casa y Numa Pesquera, Presidente de Nacional en aquel momento, firma un cheque en blanco. El monumento que honra al ilustre médico y dirigente se halla acompañado de gleditsias y un notable timbó.

  La avenida sobre la que se encuentra el bronce, lleva el nombre de Ramón Benzano, quien fuera Presidente de la Junta Económico-Administrativa de Montevideo y ferviente impulsor de los proyectos que embellecieron nuestra ciudad.

 

     

 

Mario Benedetti recordaba así aquellos momentos:

"... Gracias al fútbol nos conocieron en el mundo. ¡Cuando ganamos las Olimpíadas, en París, la gente no podía creer que un país tan chiquito, que casi no estaba en los mapas, saliera campeón! Cuando ganamos en 1924, me acuerdo que estábamos en Tacuarembó, y mi padre escuchaba una radio española con unos auriculares que no sé de dónde sacó."

En 1928 nuevamente el combinado celeste obtiene el lauro olímpico, esta vez en Amsterdam. Y en 1930 se inaugura el Estadio Centenario, y en él se disputa el primer campeonato mundial de fútbol, donde Uruguay se consagra campeón.

El 18 de julio de 1983 el coloso de cemento es declarado por la FIFA como Monumento Histórico del Fútbol Mundial.

 

     

 

 

          

 

  En los alrededores del Estadio se encuentra también el Monumento que homenajea a los campeones de Maracaná, nombre con el que se designa a quienes obtuvieron el último campeonato mundial para nuestro país en Brasil, en 1950. Está acompañado por dos especies de nuestra flora indígena, cedrón del monte y lapachillo.

 

                                                           

 

  MARACANÁ!

 "Cuando 11 le ganaron a 200.000" o "la mayor hazaña futbolística de la historia", así se le denominó. A los triunfos deportivos logrados en inferioridad de condiciones se les conoció durante bastante tiempo como "maracanazo".

 Maracaná fue una gesta única, irrepetible, fruto de un momento económico y social de un país que disfrutaba de la bonanza producto de las exportaciones durante la Segunda Guerra mundial, de un país que se industrializaba, que alcanzaba altísimos niveles en materia de educación y de salud.

Por eso, los uruguayos la recuerdan con cariño, y todos los 16 de julio muchos derramarán alguna lágrima cuando vean las imágenes del gol del triunfo y escuchen la voz inolvidable de Don Carlos Solé. Una vez más el muy veloz "ñato" se le escapará a Bigode, quien no puede pararlo: ¿quién podría pensar en detener al viento...? Y nuevamente la pelota anidará en la red de Barbosa, y explotará la alegría de este pequeño rincón del mundo, tierra de campeones...

 

       

 

 

 

©jardinenuruguay.com  2010       Imágenes capturadas entre los años 2008 y 2010


  LOS PARQUES Y DEMÁS ESPACIOS VERDES DE MONTEVIDEO, RELEVADOS Y EXPLICADOS POR QUIENES REALMENTE SABEN HACERLO.